Yo sé que no es nada nuevo, todos ya sabemos lo que pasa.
Pero no deja de impresionarme.
Y lo que más me llama la atención es cómo cada uno es capaz de publicar,
justamente de manera precisa, lo que queremos que el resto sepa.
Algo maquiavélico, en algunos casos.
Es como las niñas del diario la La Cuarta. En pelotas, pero con dos estrellitas en los pezones.
Igual todos quieren que esas estrellitas no existan, pero dan la luz para imaginarse lo que hay abajo.
Y en esta experiencia a veces intencional, y otras casual, como me pasó ahora, me encontré con algunas fotos que me dan una mezcla de sensaciones.
Un espacio que podría ser mío, pero que es de otra persona.
No sé si es casual, si hubo una mímesis mutua, pero es absolutamente desconcertante ver tantos objetos ajenos, pero propios.
Objetos, colores que por algún motivo me gustaron, tipografías que me costó conseguirme.
Podría decir que es como una especie de mini robo, pero con consentimiento.
Lo gracioso es que al revés, pasa probablemente lo mismo.
Es la gracia de las relaciones humanas. Somos un poquito de todo el resto también.
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