viajes espaciales

S se fue a NY. Lo echo de menos. A veces uno necesita que alguien le haga preguntas difíciles de responder de la vida propia, y, preguntas de consejos difíciles de dar para la vida ajena.
Reconozco que habían días en que no quería hablar de nada y que igual me tocaba hablar, pero le extraño. Hoy además nos escribimos mails y nos contamos cosas como entonces.
Tengo que viajar como mínimo dos veces a la semana a Quinchamalí. Disculparán los que viven por ahí, o más lejos, que le llame "viajar", pero es que no me acostumbro a la periferia de la ciudad. Prefiero los barrios más centrales, la bicicleta, el metro, el negocio de la esquina.
En fin. La cosa es que S, mi antiguo chofer, me llevaba feliz 2 veces por semana a la universidad. Y cuando no podía, OK, hacía la excepción de irme en micro y disfrutar esa hora de siesta (porque nunca logré realmente leer a las 2 pm). Las cosas han cambiado y ahora mi chofer amigo, designer taquillero, psicoanalista, guapo se convirtió en un taxista freak, bueno para el garabato, que maneja un taxi porque si no se aburre.
Debo reconocer que hablar obligadamente media hora me perturba un poco. Sobretodo porque en general yo no cuento mucho, y no me llama la atención contar intimidades a gente que no conozco. Pero ya hemos hablado del tema con algunos amigos, y hay un lado freak del santiaguino que le gusta establecer amistades via chat o conocer gente llamando al fonoamistad. El tema es que el taxista ha decidido, que ya que yo no tengo nada turbio que contarle, hablarme él.
No sólo pertenece a Greenpeace, tiene 4 hijos, vivió 18 años en Francia, tiene una casa en el sur de ese país, un campo en Tunquén donde cultiva y exporta almendras, un auto que otro taxista le maneja, una esposa francesa que hace Reiki, un jeep enorme donde una vez trasladó a un lobo marino desde Tunquén a Sn Antonio, un perro salchicha.... además es mi chofer y el de miles de santiaguinos más que le hacen la vida más amena.