No me acuerdo de cómo ni cuándo nos conocimos.
Pero tengo una lista gigante de momentos inolvidables. Unos veranos eternos en Zapallar. Creo que nos unía esa alma algo varonil. Como de hacer expediciones por el bosque. También nos gustaba el danky nogatonga y la música. Compartíamos cassettes y jugábamos a ser cantantes. Nos disfrazábamos de Madonna y cantábamos like a virgin. Nos prestábamos ropa por semanas. Más bien ella me prestaba. Yo era como la ahijada de su familia y ella la ahijada de mi familia también. Veíamos Candy. Yo quería ser Candy, obvio. Tarzán pecoso me decía ella de cariño. Siempre quise tener esa habilidad de Candy de lanzar la cuerda y enrollarla con estilo. Jugábamos al elástico y éramos las mejores. Éramos una alianza. Teníamos códigos y pocas veces aceptábamos extras en nuestros fines de semana. Jugábamos con los amigos de la cuadra y éramos las más rápidas. Todos querían jugar con nosotras.
Se fue. Me acuerdo del vacío. Creo que nadie por mucho tiempo ocupó su lugar. El título en el diario de vida de "mi mejor amiga" era para ella, y lo fue por mucho tiempo. Miami hizo de lo suyo y nos separó un buen rato. Han pasado muchos años. Cresta. Muchos.
Es raro. Es un encuentro sumamente plácido y particular. Es como si todos los detalles que nos hacen ser ahora mujeres almost 30 den lo mismo. Parece que el link de niñez fue demasiado fuerte. Hay tantas preguntas que no es necesario hacer. Es de las pocas amistades que me dicen Cata. Eso es algo netamente familiar. Ahora pienso que quiero ir algún día a LA a verla. Si ya conoció mi micromundo santiaguino low profile, como no conocer su vida de Hollywood?
Monday, June 12, 2006
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