El día estaba como está Santiago desde hace ya un tiempo. Con sol pero pasado por un filtro de smog que no permite que las cosas se vean nítidas. Nos bajamos del taxi. No estaba nerviosa. Más bien ansiosa. Ansiosa de saber con qué nos íbamos a encontrar. El recuerdo cromático es más bien amarillo. El mismo amarillo con que recuerdo ciertas escenas de cuando chica. Un amarillo medio naranja, como de esos techos plásticos ochenteros, por donde pasaba la luz del sol y la proyectaba distorsionada.
Debemos haber sido un punto de contraste. Yo, particularmente verde.
Había más gente esperando. Nos preguntan el nombre. Gritan su nombre. Él también se ve ansioso. Veo sus ojos brillantes, como de niño, esperando a ver quien está del otro lado. Somos nosotros, iguales. Él, es otra persona. Pelo corto, afeitado, un chaleco burdeo con hoyos, zapatillas de teenager. Es como si lo hubiera vestido su papá. Le paso una cajetilla de lucky de colección. Sé que nota el detalle de diseño, pero claramente es un hecho intrascendente para el contexto.
No hace frío. No hay tensión. Lo miro. Me dan ganas de abrazarlo. Pero no. Lo encuentro valiente. Yo no podría estar ahí.
Habla de infografías. Se llena la mesa redonda de visitas. Habemos de todo.
Lo dejamos y me quedo con una sensación de vacío.
Acá está su "la" a la espera.
Saturday, May 27, 2006
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment