Lecciones de viajes

Me imagino que por ser la menor, tengo el trauma de nunca haber podido compartirle a mi hermanita secretos, ni abrirle los ojos respecto a nada, ni enseñarle mucho nada a nadie. Ahora igual es bien agradable tener sobrinos, porque los ves los fines de semana, porque no tienes que compartir con ellos tu bicicleta, ni ir a buscarlos/dejarlos a la fiesta ni soportar la etapa teenager diariamente.

Vicente es igual, un poco mi hermano. Vivimos juntos mucho tiempo, nos fuimos a Francia juntos, yo le invitaba puchos cuando caché que fumaba, y siempre que puedo trato de ser la tía paleta. Sobretodo porque es un teenager tan prototípico. Desordenado, bueno para carretear, insolente, un desastre. Pero lo adoro. Si le pregunto como está, de verdad me responde con media hora, no me dice un "bien" de teenager. Si le pido "acompáñame a no se donde" siempre me dice que bueno, porque en verdad es mas chori eso que escuchar las conversaciones de mujeres del domingo en la tarde. Finalmente, igual soy tía, pero igual la tía joven. Todo va a cambiar cuando tenga que verme con un traje de novia o con unos colorines jodiendome la pita (si es que eso sucede en realidad).

La última vez que viajamos juntos, para el 18, me fui todo el camino enseñándole de la música chilena. Como vivió dos años en Francia, y quiere ser músico, tocó enseñarle Inti illimani, Congreso, Los Jaivas. "Ya vicente, quienes son estos".... "Ya Vicho, estos, como no los conoces"

Hoydía me acompañó a dejar unas cosas en auto a mi nueva oficina. Nos fuimos conversando de la vida, de lo que a él le pasaba. Yo le mostraba el centro y él no lo podía creer. Le encantó. Se reencontró con Santiago. Me decía: vente a vivir acá y yo me voy a venir a esquatearte todo el rato.
Miraba el parque forestal, yo le daba ciertos datos básicos de calles más peludas, de cafés, de metros, de paseos. Lo pasamos bien. Misión cumplida.