
siempre salía perdiendo en los sorteos.
cuando viví con la T, por segunda vez me quedé con la pieza chica.
Pero la pieza chica, siempre tenía mini taller. Eso era rico, porque al final,
tenía 2 espacios.
Me gustaba esa pieza. Tenía vista a santiago poniente, en altura.
Me gustaba ver de noche las luches, y sentir los murciélagos.
Me gustaba mi cama de una plaza, mis fotos, mi repisa... me gustaba.
Me gustaba mi taller, el espacio justo para el computador y el equipo de música,
y mis mínimas cosas.
Era todo muy muy poco, y muy mío.
Y el living, era de la T. Tenía unos muebles bien feos, bien de casa de mamá.
Me importaba, pero en el fondo, no.
De partida había sido un aporte de ella, significaba transar, aceptar cosas propias de ellas, y entender que para ella eran importantes.
Mi pieza era mía. El living de las dos.
Yo arreglaba otras cosas. Compraba cortinas de baño bonitas y tapaba los azulejos rotos de la cocina. Elegía la loza y los productos "light" de la casa.
Ella compraba la mayonesa, el pan de molde, el ketchup, las papas fritas.
Creo que nunca discutimos ese tipo de cosas. éramos lo suficientemente distintas, como para saber que probablemente nuestros gustos nunca serían exactamente los mismos. Los gustos materiales no tenían importancia.
Nunca más nos vimos, pero todas esas cosas que podrían habernos producido conflicto (y que no lo hicieron), se quedarán acá, el día que desaparezcamos de la tierra....
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