Entre todo el viaje mental y físico de todos los días, me pasa algo raro.
Bueno, no se si es tan raro, pero me pasa.
Hay ciertas cosas idiotas que me llaman la atención, y me hacen de alguna mamona manera emocionarme.
Por ejemplo, me gusta descubrir que hay gente que le cambia el nombre a las cosas, o a las personas, tal como yo.
Pablo se llama Malupo.
Mi sobrina Agustina, se llama Oveja.
La Bernarda, Bernerdete.
La Sofía, Sofío.
Vicente, se llama Nerson, o también, y de cariño, Enfermo de la Cabeza.
De la Margot ya he hablado suficiente en este blog, y tiene tantos subnombres que podría llenar un párrafo.
Darío simplemente siempre y para todos tuvo variados nombres, como Darius, Fanilus, Danilo.
Federico se llama Fedex,
y así...
Todo esto en honor, a que una de las personas a las que más temo (pero de respeto y con todo el cariño), le dice a su hijo Chancho Perro.
"Tengo que pasar a buscar a Chancho Perro"
"Chancho Perro está resfriado"
Excelente.
Excelente cuestionamiento de identidad. Chancho Perro tiene dos años.
No le vaya a pasar lo que le pasaba a mi hermano hiperquinético, al que mi mamá le decía: "Quédate quieto, que estás recién planchado".
Creyó hasta como los 4 años que se llamaba "Recién Planchado"
Wednesday, May 16, 2007
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