El fin de año tiende a ser una locura.
El 1 de diciembre voy a celebrar un año en mi micro espacio.
Hace muchos días que no estaba tranquila en mi hogar, sin ruidos, con las luces apagadas, ningún artefacto prendido, más que el computador.
Si fuera por mi, mañana me tomaría un tren a alguna parte lejana y tranquila.
Pero eso ya es mucho pedir.
Por ahora me basta estar casi lista con las universidades este año, y sentir, que dentro de toda mi última inseguridad, no lo hice tan mal. Tan mal, no.
Es loco esto de sentirse aprendiz constantemente, pero por otra parte enseñar me gusta.
Mientras alguna vecina loca canta a demasiados decibeles un set de canciones viejas y mamonas a un grado de desafinación perturbadora pienso que desde ahora en adelante quiero paz. No quiero taxistas locos contándome cosas raras, no quiero teleseries, no quiero hacer cosas que no quiero hacer, no quiero llorar, por lo menos por un rato, no quiero meterme en la pata de los caballos. No.
Estos días que no he escrito y que he estado larga y tendidamente revisando trabajos de alumnos, reconozco que a ratos me desconcentro y me pongo a pensar cosas que digo "lo voy a escribir" y no lo hago porque llego a la casa agotada y con suerte puedo hacer reply a los 18 mails del inbox y luego sólo desfallecer en mi cama con Margot.
Hoy tomé una triste decisión importante, que más que triste es radical, pero hay que optar por la tranquilidad, y nuevamente la paz. No se trata de ser egoísta, pero hay que velar por la integridad propia, y en mi afán de tranquilizar las aguas no sería capaz de incluir obstáculos.
Probablemente hablaré de aquello en otra ocasión, con más distancia, pero, siempre he sido de la idea que no se puede tener todo en la vida, y que hay que elegir constantemente. Igual elegir tiene su gracia.
(Yuri, es como lo más "light" que canta la vecina, el set de temas es bastante más grave de lo que pensaba).
Thursday, November 30, 2006
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