Desde chica solía cambiar la disposición de mi pieza cada cierto tiempo. Mi pieza era lo único en lo que podía intervenir en la casa de mis papás obviamente.
Cuando me fui de ahí y tuve departamentos compartidos era más difícil. Había que tomar decisiones de a 2 o de 3 y había que aceptar algunos adornos horribles pero favoritos de las amigas convivientes. Botellas pintadas con acrílico, sillones con tapices patéticos, colecciones de garrafas en el suelo, tapices lanas, etc.
Ahora que no hay nadie con quien dirimir, re-estructurar es algo que hago todo el tiempo. Me imagino que si tuviera más metros cuadrados usaría más tiempo en mover cosas, pero con la limitante del espacio, no puedo darme el lujo de que todo pueda ir en cualquier parte. Supongo que es un poco como el diseño. Lograr que en espacios delimitados y mínimos las cosas quepan y se vean bien.
Este fin de semana me tocó re-orden otra vez. Me levanté y esa fue la misión. Lo peor de todo es que lo paso bien. Mi alma de Elvira también se complementa con eso, entonces decido pasarle Cif y anti-grasa a todos los objetos que lo ameritan. Igual, vivir en el centro involucra aceptar una gran masa de polvo diaria, por lo que barrer, sacudir y pasar el paño amarillo, más que una obsesión es una necesidad.
Limpiar y lavar siempre me han parecido de las operaciones más reconfortantes. Obtienes el resultado rápidamente. Planchar y secar son de las operaciones que más odio. Definitivamente no hago ninguna de las dos.
Monday, August 28, 2006
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Tengo rasgos de compulsiva cuando se trata de ese tipo de orden y limpieza. Me interrumpí a mí misma en el acto el otro día y me di cuenta de que quizás una de mis motivaciones es el control. Justo cuando hay algo que no me satisface, agarro el paño y me pongo a limpiar, porque tal como dice Campbell Scott en la película Vida de Solteros, "work is the only thing I have complete control over".
Post a Comment