Con el tiempo me he dado cuenta que en la vida uno tiene ciertas pérdidas que dejan algún tipo de marca. Particularmente siempre que ando un poco abrumada, complicada, se me pierde todo. Es decir no todo, pero se me pierden cosas. Es como lo que menos te tiene que pasar en ese momento, porque además te sientes idiota.
Hubo un tiempo en que se me perdía el celular cada dos meses.
Este último tiempo se me han estado perdiendo las cosas. Dos bufandas en un mes. Decidor. Tendré que tomar más consciencia supongo.
En los viajes también se me perdieron cosas. Esas cosas que uno dice: pucha, no hay manera de recuperarlo. Ya me pasó dos veces que se me perdió el pasaporte. Una vez en francia el chileno, para siempre, otra vez en Alemania el francés, fortuitamente por unas horas.
Hoy llegó una noticia fatal. En París estaban perdidas (esperándome....) la mitad de mis cosas, mi parka invernal, mi taza roja, mi cubrecamas africano, mi mapa de París. Mi selección de cosas favoritas, esperando el regreso.
Hoy llegó mail de Miguel.
Miguel, es un amigo español que vive en París y que guardó en la bodega de su tío una caja enorme con todas las cosas que a propósito, no traje.
La cosa es que en esa bodega, estaban todos los elementos pertenecientes a un restaurant fallido de su tío, que según decía Miguel, no se iba a abrir por lo pronto.
Nada. El Restaurant se abre, y hay que sacarlo todo en 4 semanas. EL problema es que en París no hay espacio en ninguna parte para guardar esa caja. Solución: esos objetos perdidos vendrán a perturbarme un rato. Eso es más bien pregunta... ¿a perturbarme un rato? un rato?
En 4 semanas no alcanzo a cerrar mi vida e ir a instalarme debajo de un puente parisino y ponerme la parka y taparme con el cubrecamas y tomarme un café en mi taza roja y buscar alguna calle, y revisar qué otras cosas más hay dentro de esa caja que ahora se me olvidan.
Dos bufandas se van, encomienda de París llega.
Wednesday, September 21, 2005
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